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viernes, 20 de junio de 2014

¿Estoy gordo?¿Tengo obesidad? Debo adelgazar?

¿Estoy gordo?¿Tengo obesidad? Debo adelgazar?



La obesidad es el estado en el cual el individuo presenta una cantidad de grasa corporal muy por encima del considerado aceptable como normal para ser un hombre-mujer fisiológico normal.
Definitivamente, como ya lo he mencionado en artículos anteriores, para estar sanos no es necesario verse muy delgado. Es importante, para estar sanos, sentirse bien, tanto física como mentalmente.
Lo más importante de tener un peso normal no es lucir de determinada manera, sino sentirse bien y mantenerse saludable. Tener demasiada grasa corporal es dañina para el organismo por muchas causas.
Ser obeso no es lo mismo que estar excedido de peso o sobrepeso. Una persona obesa no tiene sólo unas pocas libras de más, sino una gran cantidad de grasa corporal por encima del rango establecido como normal o aceptable según la edad, el peso y la estatura de cada individuo.
Fotos/KRT
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CAUSAS 

Las causas de la obesidad son múltiples, pudiendo mencionar factores como la herencia genética, el comportamiento del sistema nervioso, endocrino y metabólico y el estilo de vida que se lleve.
En general, podemos numerar dos causas del sobrepeso y, específicamente, de la obesidad:
Ingesta de calorías superior a la cantidad de energía utilizada diariamente. 
Menor cantidad de actividad física que la precisada por el cuerpo.
Los alimentos ingeridos a diario son el combustible de nuestro cuerpo. De ellos se obtiene la energía que utilizamos día a día para realizar todos y cada uno de los actos de nuestra vida, por más pequeño que parezca. Si ingerimos más calorías que las que utilizamos como energía/día, este exceso se acumula en forma de grasa. Y el acúmulo de grasa en el organismo predispone la aparición de otros patologías como la diabetes mellitus, la hipertensión arterial y las enfermedades coronarias y cardiovasculares, todas encontradas entre los primeros cinco lugares de causa de muerte en nuestro medio.
En los niños con padres obesos, hay 10 veces más riesgos de ser obesos, en parte por las tendencias metabólicas de acumular grasa, pero más debido a los patrones culturales alimenticios y sedentarios aprendidos. 
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¿CÓMO SÉ SI ESTOY OBESO O SOBREPESO? 


Para saber si se está obeso o sobrepeso, se utiliza el índice de masa corporal, que no es más que la medida de la cantidad de grasa

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Vitamina D contra el envejecimiento

La vitamina que produce el cuerpo con la exposición a los rayos solares podría ayudar a reducir el envejecimiento de las células y a protegernos contra enfermedades.
9/11/2007 -- Esa es la conclusión de un estudio llevado a cabo en el King's College de Londres con 2.160 mujeres de entre 18 y 79 años.
La investigación descubrió que las mujeres que tenían niveles más altos de vitamina D mostraban menos cambios relacionados con el envejecimiento en su ADN.
"Se ha visto que las personas deficientes en vitamina D tienden a tener más debilidad muscular y a perder masa ósea", dijo el doctor Daniel Bunout, especialista del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) en Chile.
"Pero este trabajo es muy interesante porque relaciona la vitamina D a los telómeros, los marcadores biológicos de envejecimiento y sugiere que ésta puede jugar un rol muy importante en este proceso", agrega.
Dieta y sol
Cerca de 90% del abastecimiento de vitamina D en el organismo se produce con la exposición al sol, pero también puede obtenerse a menores niveles con ciertos alimentos.
Entre éstos, pescado, huevos, leche fortificada y cereales.
Algunos estudios afirman que juega un papel fundamental en la protección contra el cáncer y enfermedades cardiovasculares.
Y se ha demostrado que la falta de esta vitamina está asociada a un mayor riesgo de enfermedades comoesclerosis múltiple, artritis reumatoide y diabetes tipo 1.
"En Chile -afirma el doctor Bunout- descubrimos que el 50% de adultos mayores son deficientes en Vitamina D".
"Lo cual nos extrañó mucho, porque aquí hay bastante más exposición a sol que en países nórdicos".
"En Inglaterra, por ejemplo, con los bajos niveles de exposición solar la gente debe tener un nivel de deficiencia de alrededor de 70 u 80%", agrega.
"Por eso hicimos un estudio de suplementación, y vimos que efectivamente la vitamina D logró mejorar los parámetros de masa muscular y la densidad mineral ósea de los adultos mayores", señala el experto.

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Sal y salud

Sal , dieta y deporte



SAL


Su valor se relaciona con la conservación de los alimentos y con sus propios componentes, que son indispensables. Es un ingrediente esencial para el equilibrio hídrico del organismo, la actividad muscular y nerviosa, siempre que no se abuse de ella ni se padezca de hipertensión.



Sus componentes son necesarios para el equilibrio hidroelectrolítico: en el organismo está ligada estrechamente con el agua. La sal aporta cloruro y sodio: a más contenido de sal en el cuerpo, mayor retención de agua.

La sal es un electrolito que, diluido en agua, se disocia en cloro (electronegativo) por un lado y sodio (electropositivo) por otro. Es fundamental para la actividad celular, muscular y nerviosa.

En una dieta saludable no debe haber más de 4 o 6 gramos de cloruro de sodio, incluyendo el que se agrega con el salero y el que contienen naturalmente los alimentos. Por lo general ingerimos entre 7 y 12 gramos por día: si reducimos su consumo disminuimos el riesgo de hipertensión.

Pero su falta es tan perjudicial como su exceso. La hiponatremia (disminución de sodio en la sangre) es común en los accidentes cerebrovasculares. La pérdida de sodio produce trastornos de memoria, concentración y conducta y somnolencia. Por el contrario, quienes tienen alterados los mecanismos de la sed y se deshidratan, padecen hipernatremia (exceso de sodio en la sangre).
Perdemos sal a través de la transpiración, la orina, las lágrimas y la materia fecal. En condiciones normales el organismo regula este tipo de pérdidas. Si hacemos ejercicios muy intensos y transpiramos en abundancia, el riñón ahorrará sodio produciendo menos orina. Aun así, conviene tomar mucha agua e ingerir caldo de verduras salado luego de haber practicado gimnasia.

¿En qué enfermedades está contraindicado el consumo de sal?

En la hipertensión arterial, en algunos casos de diabetes y en patologías que involucren a los riñones (retención de líquidos). A las embarazadas se les reduce el sodio si tienen edemas originados en retención hídrica.
La sal marina no es mejor para los hipertensos que la común: tiene la misma cantidad de sodio.
Es interesante saber que con el paso del tiempo podemos volvernos adictos a la sal. Las papilas gustativas presentan un determinado umbral: si nos acostumbramos a comer con mucha sal, ese umbral se eleva y cada vez necesitamos más para alcanzar el sabor deseado. Por el contrario, si nos acostumbramos a reducir su uso, podremos llevarnos una grata sorpresa: la de descubrir el verdadero gusto de los alimentos.

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Como quemar grasas con el deporte

Como quemar grasas con el deporte

RESUMEN
Se analizan los factores comprendidos en los procesos de lipólisis, transporte y oxidación de ácidos grasos, prestando especial atención a aquellos que limitan la oxidación de las grasas: factores hormonales, nerviosos y circulatorios, y los efectos del ejercicio sobre ellos. La lipólisis de tejido adiposo es heterogénea, ya que la mayor cantidad de ácidos grasos usados durante el ejercicio aeróbico deriva de tejido adiposo subcutáneo abdominal. La comprensión de estos pasos es importante para clarificar qué tipo de ejercicios, cuánto y cómo deben ser aplicados para la oxidación de ácidos grasos.
Palabras Clave: lipólisis, catecolamina, insulina, oxidación.
INTRODUCCION
Los ácidos grasos representan una fuente de reserva de energía muy grande en todo el cuerpo. La oxidación de ácidos grasos durante ejercicios de carácter aeróbico permite prolongar las actividades físicas y demorar el comienzo de la depleción de glicógeno. Sin embargo, aunque los depósitos de grasas son relativamente grandes, la capacidad para oxidar ácidos grasos es limitada, por lo que los carbohidratos constituyen el sustrato dominante. La razón para que se limite el uso de los depósitos de grasas puede deberse a la poca información disponible acerca del rol de las grasas durante el ejercicio, lo que condiciona la comprensión del metabolismo de las grasas durante la actividad física. Por esta razón, la elaboración de ejercicios debe estar respaldada por un sólido marco conceptual, que incluya los aportes de las investigaciones en el área de la Biología.
Este trabajo propone incorporar aportes fundamentales de las investigaciones de la Biología para descartar el uso de prácticas empíricas sin respaldo científico.
La metodología elegida fue la búsqueda bibliográfica en revistas científicas, que permitieran arribar a conclusiones de interés. Se dividió el análisis en tres partes:
  1. Movilización de ácidos grasos (AG) desde el tejido adiposo.
  2. Transporte de AG hacia el músculo.
  3. Consumo de AG por parte de la célula muscular.
La primera parte se refiere a los factores estimulantes e inhibitorios de la lipólisis y su relación con el ejercicio. La segunda parte está dedicada a conocer cómo se realiza el transporte de AG hacia el músculo y cómo varía de acuerdo a las intensidades del ejercicio. La tercera parte aborda los factores que intervienen en el consumo de ácidos grasos por parte de la célula muscular. Estos factores deben ser potenciados con el entrenamiento de resistencia aeróbica.
También se consideran: Otros aspectos a tener en cuenta en el metabolismo de los lípidos y el ejercicio, como son: la edad, el sexo y las hormonas.
El principal objetivo de la presente revisión es poner a consideración de los profesionales de la Educación Física y el Deporte un panorama del conocimiento del metabolismo de las grasas durante el ejercicio, prestando especial atención a los factores que limitan la oxidación de las grasas y los efectos del ejercicio sobre los mismos.
“A partir de allí, la apertura a la crítica y el debate es totalmente bienvenida puesto que solo a partir de ella, lo menos probable puede convertirse en un poco más probable y lo erróneo, que siempre existe en este tipo de conocimiento, en un poco menos equivocado” (Di Santo Mario, 1997).
METODOLOGIA
Se analizaron:
  1. Movilización de ácidos grasos (AG) desde el tejido adiposo.
  2. Transporte de AG hacia el músculo.
  3. Consumo de AG por parte de la célula muscular.
1. Movilización de AG desde tejido adiposo
1.1. Factores estimulantes de la lipólisis
A- Las catecolaminas
Son activadoras de los receptores beta adrenérgicos. Según Horowitz JF (2003) la regulación de la lipólisis puede variar en función de los receptores adrenérgicos ubicados en diferentes sitios anatómicos de la capa o estrato de tejido adiposo. La variabilidad en la tasa lipolítica en diferentes capas de tejido adiposo está relacionada con diferencias regionales en la densidad y función de receptores beta adrenérgicos (Horwitz, 2001):
  • Células grasas de tejido adiposo intraabdominal (Tejido adiposo visceral TAV).
  • Grasa subcutánea del abdomen (TASA).
  • Grasa subcutánea de glúteo y femorales.
El tejido adiposo intraabdominal es el depósito más lipolíticamente activo y la acumulación de grasa en esta región está asociada con un amplio rango de complicaciones clínicas (Pasman et al, 2002). Los AG liberados de este tejido adiposo son tomados por el hígado y producen un aumento de VLDL (Horwitz, 2001). A pesar de este aumento de la actividad lipolítica, la grasa intraabdominal no contribuye de manera importante a la producción de energía muscular.
La mayor parte de los AG liberados a la circulación sistémica son derivados del tejido adiposo subcutáneo (TAS), en particular del tejido adiposo subcutáneo abdominal debido a que son más sensibles a receptores beta agonistas que el tejido adiposo subcutáneo de glúteo y femorales.
Los TGIMs (triglicéridos intramusculares) son “gotitas" de lípidos depositadas dentro de las células musculares. Una gran cantidad de evidencia sugiere que los TGIMs proveen, a lo sumo, entre el 10 y el 55% de la oxidación de grasa total durante el ejercicio (Horowitz, 2003). También podemos decir que es un punto bastante controversial en la bibliografía, ya que:
  • Horowitz & Klein (2000) encontraron que la oxidación total de grasa durante los ejercicios endurance de intensidad moderada fue mayor en obesos abdominales que en mujeres magras, debido a un aumento de la oxidación de AG no plasmáticos presumiblemente derivados de TGIM.
  • Steffensen et al (2002) revelaron que, a pesar del grado de entrenamiento, las mujeres en reposo tuvieron un contenido de TGIM más alto que los hombres; además, prescindiendo del estado de entrenamiento, las mujeres utilizaron mayores cantidades de TGIM que los hombres durante ejercicios prolongados.
Otra potencial fuente de combustible para el ejercicio son los Triglicéridos (TG) circulantes, los cuales son hidrolizados por la lipoprotein lipasa (LPL), ubicada en el endotelio capilar de los músculos esqueléticos.
A. Actividad lipolítica heterogénea en diferentes capas del tejido adiposo

Figura 1. Fuente: Gráfico modificado de Horwitz, JF (2003)
Las catecolaminas activan la cascada lipolítica, por unión con diferentes tipos de beta adrenoceptores ubicados sobre la membrana plasmática de los adipositos. El rol de los tres diferentes receptores del adiposito en la regulación lipolítica no se conoce bien. La afinidad por las catecolaminas difiere entre los tres adrenoceptores (Horowitz, 2001):
  • Beta 2 > beta1 > beta 3 para la epinefrina
  • Beta 1 > ó = beta 2 > beta 3 para la norepinefrina
Sin embargo, cada Beta receptor difiere en la resistencia a la desensibilización:
  • Beta 3 > beta 2 > ó = beta 1
Este Beta 3 adrenoreceptor es principalmente activo en adipositos omental (visceral) y también está presente en grasa mamaria y subcutánea in vivo.
Al respecto, la heterogénea distribución de los diferentes tipos de beta receptores en varias capas de tejido adiposo parece reflejar un importante rol de estos en la regulación regional de la lipólisis.
Una enzima muy importante que interviene en la regulación de la lipólisis en tejido adiposo es la Lipasa hormona sensible (LHS), enzima tasa limitante para la liberación de ácidos grasos de triglicéridos de tejido adiposo dentro de la circulación.
B. Flujo sanguíneo en tejido adiposo (FSTA)
El aumento del FSTA está coordinado con el aumento de epinefrina que producen los ejercicios de resistencia de intensidades bajas a medias (25 al 65% del VO2 máximo), que mejora la lipólisis de AG. Se descubrió también que hay una falta de coordinación entre el FSTA y la actividad lipolítica cuando las concentraciones de epinefrina son iguales o mayores a 1,6nM. Estas concentraciones provocan una disminución del FSTA; sin embargo, la Ta de AGL y la Ta de Glicerol sigue incrementándose (Horowitz et al, 1999).
Ahora bien, es interesante observar que la Ta de AGL y la concentración de AGL plasmáticos aumentaron abruptamente cuando terminó el ejercicio a un 85% y, en menor grado, a un 65% del VO2 máximo. Esto parece indicar que el influjo de AGL en el plasma, luego de terminado el ejercicio, no está asociado con una mayor lipólisis, lo que puede reflejar la entrada en plasma de los AG “atrapados” en el tejido adiposo durante el ejercicio, posiblemente debido a un inadecuado flujo sanguíneo en tejido adiposo (Mora-Rodriguez y Coyle, 2000).
El descenso del FSTA durante ejercicios de alta intensidad produce una disminución en el transporte de AGL dentro de la circulación.
C. Lipasa hormona sensible (LHS)
La LHS es una enzima tasa limitante para la liberación de AG de TG de tejido adiposo a la circulación sanguínea. Las catecolaminas y la insulina son las hormonas que regulan la lipólisis en humanos.
En el estado postpandrial, a pesar de la gran respuesta a la insulina después de la comida, la supresión normal en el flujo de AG es menor en abdominales obesos si se los compara con magros o con personas obesas en las extremidades inferiores del cuerpo (Berger & Barnard, 1999) (Kim, Yeon et al, 2000). Sin embargo, la LHS es dependiente del tamaño de la célula grasa (Berger & Barnard, 1999). Por ello, una gran movilización de AG basal y postpandrial entran en circulación en personas con obesidad abdominal, lo que parece ser una consecuencia directa de su excesiva masa grasa subcutánea abdominal. Este tipo de personas que tienen una gran obesidad abdominal poseen también una alta tasa lipolítica basal, y presentan un brusco incremento de la lipólisis durante el ejercicio, si se los compara con personas magras, o con personas con obesidad en el tren inferior (Horowitz, 2001).
1.2. Factores inhibitorios de la Lipólisis
Insulina
Es antagonista de las catecolaminas y activador de receptores alfa 2 adrenérgicos que inhiben la actividad de la LHS y activan la LPL.
Los efectos antilipolíticos de la insulina son mayores en las células grasas de tejido adiposo subcutáneo de tren inferior, los que al parecer tienen mayor densidad de receptores alfa 2 adrenérgicos y menor cantidad de receptores beta adrenérgicos.
Si bien los ejercicios prolongados causan un incremento en plasma de catecolaminas HG, también producen una reducción concomitante de insulina, lo que favorece la liberación de AG. Pero la ingestión de carbohidratos antes o durante el ejercicio, atenúa esta respuesta, elevando la glucosa–insulina y atenuando significativamente la respuesta de las catecolaminas al ejercicio prolongado. Además, esta ingestión incrementa la tasa de oxidación de carbohidratos (Horowitz et al, 1997).
Lactato
Durante los ejercicios de baja intensidad, los lípidos son la principal fuente de energía. Con el incremento de la intensidad del ejercicio, la proporción de energía derivada de la oxidación de lípidos decrece. Los factores responsables de esta reducción en la movilización de AGL son:
  • Baja disponibilidad de albúmina en plasma para transportar AGL.
  • Bajo flujo sanguíneo en tejido adiposo.
Ambas favorecen la reestirificación sobre la movilización.
  • Elevado lactato en plasma, que es un - supuesto – inhibidor de la movilización de tejido adiposo.
Este último factor inhibidor ha sido puesto en duda por una investigación realizada por Trudeau et al (1999), quien desechó la hipótesis de que el lactato podría ejercer un efecto inhibitorio directo sobre la lipólisis. El estudio lo realizó con ocho sujetos varones de 26 años de edad promedio, con una buena condición física (59.87ml/kg/min. VO2 máximo). El resultado del estudio sugiere:
  • El lactato aplicado localmente a adipositos en tejido adiposo abdominal subcutáneo no produce un descenso en la movilización de grasa de estos depósitos durante el ejercicio.
  • Sin embargo, dada la especificidad de este tejido adiposo, esta afirmación no puede ser concluyente, ya que el lactato puede inducir inhibición de la lipólisis en otras regiones de depósitos grasos. Los mecanismos sugeridos por los cuales el lactato puede producir inhibición de la lipólisis es la disminución del AMPc en adipositos; disminución en la unión con el adrenoreceptor (Trudeau et al 1999).
Lipopreteinlipasa (LPL)
La LPL es una reguladora clave de la acumulación de grasa en varias áreas adiposas. Fue demostrado en hombres con una amplia variación de grasa corporal, que los triglicéridos son tomados en mayor medida por TAV que por TASA. Esto sugiere que otros factores - como la LPL- pueden ser importantes para regular la toma de TG en tejido adiposo, tal como la Acylation Stimulating Protein (ASP), una fuerte estimuladora de la reestirificación de AGL y la síntesis de TG en tejido adiposo humano (Waychember, 2000).
El tejido adiposo omental tiene, solamente en las mujeres, pequeños adipositos y menor actividad de la LPL que adipositos grasos subcutáneos. En comparación con hombres, la acumulación de lípidos es mayor en la región femoral de mujeres premenopáusicas. En hombres, tanto la actividad de la LPL como los niveles de ARNm de la proteína LPL fueron mayores en el abdomen que en las células grasas del glúteo; lo opuesto fue observado en mujeres (Wajchenberg, 2000).
1.3. Movilización de AG desde tejido adiposo durante ejercicios endurance
Durante ejercicios de baja intensidad, 25% del VO2 máximo, la lipólisis del tejido adiposo (medida como la tasa de aparición de glicerol en la circulación - Ta glicerol -) aumenta de 2 a 5 veces con respecto a los niveles de reposo (Mora-Rodriguez y Coyle, 2000). Durante el mismo tiempo, la tasa de reesterificación decrece, la que produce una mayor cantidad de AG liberados para ser oxidados en el músculo esquelético. Durante ejercicios prolongados de baja intensidad, la tasa lipolítica aumenta considerablemente después de 4 horas (10 veces mayor que en los niveles de reposo) (Horowitz, 2001).
Aunque la tasa lipolítica queda relativamente alta con el aumento de la intensidad del ejercicio, la liberación de AG a la circulación declina. Se desconocen los mecanismos responsables de esta reducción en la movilización de AG; sin embargo, debido a que las concentraciones aumentan de forma dramática inmediatamente después del ejercicio intenso, se cree que la reducción en la liberación de AG dentro de la circulación puede ser el resultado de una restricción del flujo sanguíneo en tejido adiposo, producto de una vaso constricción causado por las catecolaminas (Mora-Rodriguez & Coyle, 2000).
2. Transporte de AG hacia el músculo
El transporte de ácidos grasos hacia el músculo se realiza por medio de albúmina y del flujo sanguíneo en tejido adiposo y muscular.
La baja disponibilidad de albúmina en sangre, más un reducido flujo sanguíneo, favorece la reesterificación de AGL.
En un estudio realizado por Mora-Rodriguez y Coyle (2000), se observó que la tasa de aparición (DA) de AGL aumentó abruptamente cuando terminó el ejercicio, realizado a un 85% del VO2 máximo; en menor grado, al realizarlo a un 65% del VO2 máximo; y fue bajo después de realizarlo a un 25% del VO2 máximo. Esto parece demostrar la entrada en plasma de AG “atrapados” en tejido adiposo durante el ejercicio. Pero, a pesar de una mayor tasa lipolítica, se reduce el transporte y oxidación de AG por parte del músculo, debido a una reducción del FSTA.
3. Consumo de AG por parte de la célula muscular
El consumo de ácidos grasos por parte de la célula muscular se encuentra limitado por lo que denominaremos factores mitocondriales. Dado que la oxidación de las grasas ocurre en las mitocondrias, la mayor densidad mitocondrial, característica del entrenamiento de resistencia, produce un aumento en la oxidación de grasas y una reducción del flujo glucolítico, tanto del glucógeno muscular como de la glucosa sanguínea.
Durante ejercicios de baja intensidad, los sujetos entrenados en resistencia presentan un equilibrio mayor entre Td AGL y la oxidación total de grasas que aquellos sujetos desentrenados, dado que la disponibilidad de AG no limita la oxidación de grasas. Es probable, entonces, que la oxidación esté limitada por factores mitocondriales. Además, la enzima que regula la entrada de AG al interior de la mitocondria – la Carnitin Palmito transferasa I, es considerada como un escalón tasa limitante en la oxidación de AG (Mora-Rodriguez y Coyle, 2000).
En personas con obesidad abdominal, se ha encontrado una baja disponibilidad de esta enzima en la musculatura esquelética, como también una actividad reducida de algunas enzimas claves de la oxidación mitocondrial (Howoritz, 2001).
Según Horowitz (2001), la entrada de ácidos grasos al interior del músculo es mucho más compleja, e involucra una serie de proteínas transportadoras: AG de membrana del plasma ligada a proteínas, ácido graso translocase (FAT/CD36) y proteínas transportadoras de AG.
Otras consideraciones
Otros aspectos a tener en cuenta son: edad y sexo, diferencias entre sexos, hormonas y sus receptores en el tejido adiposo y el ayuno.
Edad y Sexo
La cantidad de grasa visceral aumenta con la edad en ambos sexos, y este incremento está presente, tanto en sujetos con peso normal (índice de masa corporal -BMI- 18.5 a 24.9 kg/m2), con sobrepeso (BMI 25 a 29.9) y en sujetos obesos (BMI mayor a 30 kg/m2); además, es mayor en hombres que en mujeres ( Wajchemberg, 2000).
Se encontró que en mujeres jóvenes, obesas o magras, el área de grasa abdominal subcutánea era predominante sobre la grasa abdominal visceral, las que fueron medidas por tomografía computada (Wajchemberg, 2000). Esta topografía grasa se observó en mujeres jóvenes y de mediana edad; mientras que por encima de los 60 años, se constató un cambio hacia una distribución de grasa de tipo androide. Esta redistribución de grasa se debe a un incremento relativo y absoluto en los depósitos de grasa visceral, particularmente en mujeres obesas, la cual parece estar con un aumento en la actividad androgénica en mujeres postmeospáusicas.
En el hombre, se demostró una estrecha correlación linear entre edad y volumen de grasa visceral, lo que sugiere que la grasa visceral aumenta continuamente con la edad. Esta correlación estuvo presente en las mujeres pero con una ligera inclinación en la condición premenopáusica.
La acumulación de grasa en tejido adiposo visceral explica la diferencia en el riesgo cardiovascular según el sexo.
Diferencias entre sexos
Se investigó las diferencias en la movilización de grasa visceral en hombres y mujeres obesas, con igual BMI y edad, quienes fueron padeciendo cirugías electivas (Wajchenberg, 2000). Se observó que los hombres presentaron un gran número de células grasas, pero no hubo diferencias lipolíticas en adrenoreceptores específicos beta 1 y beta 2, o en el efecto antilipolítico de la insulina. Sin embargo, la sensibilidad lipolítica del beta 3 adrenoreceptor fue 12 veces más alta en hombres que en mujeres, y la sensibilidad del alfa 2 adrenoreceptor antilipolítico fue 17 veces más baja en hombres que en mujeres.
Estos resultados fueron concluyentes con respecto al papel de las catecolaminas sobre la movilización de AGL de grasa visceral al sistema venoso portal, siendo mayor en hombre que en mujeres. Este factor puede contribuir en las diferencias específicas entre los sexos, observadas en los disturbios metabólicos acompañados por obesidad.
Friendlander et al (1998) sugiere que el entrenamiento puede producir una mejor movilización de lípidos subcutáneo abdominal en mujeres que en los hombres debido a:
  • Sobreregulación de la estimulación beta adrenérgica.
  • Baja regulación inhibitoria alfa 2 adrenérgica.
  • Movilización y oxidación de AG mejorada por una interacción de Hormona de crecimiento y estrógenos.
Este estudio contrasta con las investigaciones presentadas por Romjin et al (2000), cuyos resultados indicaron que los substratos metabólicos en mujeres entrenadas en endurance responden en forma similar a los de los hombres.
En el estudio realizado por Mittendorfer et al (2002) se examinó el efecto del sexo sobre el metabolismo de los lípidos durante ejercicios endurance de intensidad moderada. Se evaluaron hombres y mujeres con igual adiposidad y condición aeróbica para descartar influencias atribuidas al sexo y su relación con los sustratos metabólicos. Los investigadores encontraron que:
  • La tasa lipolítica de todo el cuerpo y la disponibilidad de AGL plasmáticos fue mayor en mujeres que en hombres.
  • La tasa de oxidación de todo el cuerpo de AG fue similar en hombres y mujeres.
  • La fuente de AG usada como combustible difiere entre sexos: comparados con los hombres, las mujeres oxidaron mayor AGL plasmáticos derivados de TG de tejido adiposo y menor cantidad de AG derivado de TGIM.
Leptina
Es una hormona producida por el adiposito que regula la ingesta de comida y el gasto de energía a nivel del hipotálamo. Al parecer, el rol fisiológico de la leptina –cuando se eleva por un aumento de la adiposidad- es generar una señal que limita la ganancia de peso (Leptina, del griego, cuya raíz lentos significa delgado). El gen OB productor de leptina es secretado por los adipositos y actúa como una señal de feedback con el SNC, particularmente con el centro de saciedad del hipotálamo. La expresión del gen OB y los niveles de leptina en humanos obesos reflejan adiposidad total, lo que sugiere que en humanos obesos la leptina está probablemente asociada con una insensibilidad endógena a ella.
Los factores más importantes en la regulación de la expresión del gen OB y la secreción de leptina son (Pasman et al, 1998; Thong et al, 2000):
  • Los ejercicios de entrenamiento: no sólo influyen sobre la obesidad, sino también sobre la resistencia a la insulina y en la composición corporal.
  • Insulina (resistencia a la insulina).
  • Masa grasa.
  • Glucocorticoides.
  • Hormonas sexuales.
Cambios crónicos en el balance de energía, ya sea por dieta o por ejercicio, pueden modular la expresión del gen OB y, por ende, la secreción de leptina (Thong et al, 2000); la expresión del gen OB es más alta en el tejido adiposo subcutáneo que en los adipositos viscerales. En numerosos estudios se encontró una significativa correlación entre cambios en la insulina y en la leptina, lo que sugiere que variaciones en los niveles de leptina pueden ocurrir por mecanismos regulatorios dependientes de la insulina (Pasman et al, 1998). La sensibilidad a la insulina mejoró después de la pérdida de peso inducida por restricción calórica o ejercicio (Thong et al, 2000).
Hormonas y sus receptores en tejido adiposo
Hay diversas hormonas que aumentan en plasma durante ejercicios prolongados:
  • Aumentan los niveles de la HC.
  • Descienden los niveles de insulina.
  • Aumentan los niveles de glucagón.
  • Incrementa significativamente el Cortisol según la duración de los ejercicios.
La hiperglicemia atenúa las respuestas hormonales por la activación de alfa receptores ubicados en los núcleos ventromedial – ventrolateral del hipotálamo ((Horowitz, 2000).
Receptores hormonales en tejido adiposo (Wajchenberg, 2000)
  • Receptores de glucocorticoides: presentan una densidad elevada en tejido adiposo visceral (mayor número de receptores en tejido adiposo visceral que en tejido adiposo subcutáneo).
  • Receptores de andrógenos y estrógenos: los adipositos tienen receptores específicos para los andrógenos con una densidad mayor en células grasas viscerales que en tejido adiposo subcutáneo. En los hombres, la testosterona induce un incremento en la movilización de lípidos, siendo aparentemente mayor en grasa visceral por la alta densidad de receptores androgénicos. En las mujeres, en cambio, hay una asociación entre acumulación de grasa visceral e hiperandrogenidad, a pesar de los documentados efectos de la testosterona sobre la movilización de lípidos y el esperado descenso en grasa visceral. Sin embargo, el tratamiento con estrógenos bajos regula la densidad de estos receptores, por lo que protegen el tejido adiposo de efectos androgénicos.
  • Receptores de hormona de crecimiento: esta hormona está claramente relacionada con la regulación de la masa visceral en humanos.
  • Receptores de hormonas tiroideas: tienen múltiples efectos catabólicos sobre las células grasas (interacción con el sistema adrenérgico).
  • Receptores de adenosina: se comporta como un potente agente antilipolítico y vasodilatador; puede ser considerado como un regulador autócrino de la lipólisis y de la sensibilidad de la insulina en tejido adiposo.
El Ayuno
Durante el ejercicio en estado de ayuno, la lipólisis excede la oxidación de las grasas debido, en primer lugar, a una baja concentración de insulina. La lipólisis excede en un 15 – 25% la oxidación de las grasas, en reposo o durante el ejercicio cuando el sujeto está en ayuno (Horowitz, 2001).
Horowitz & Klein (2000) determinaron en forma directa que la lipólisis es marcadamente menor durante una comida rica en carbohidratos. También observaron una reducción del 38% de la performance durante el ayuno, ante un esfuerzo al 70 - 86%, que no pudo ser revertida por la ingestión de carbohidratos durante el ejercicio (Horowitz et al, 1997).
CONCLUSION
Las grasas son la fuente principal de energía durante el ejercicio. Factores hormonales, nerviosos y circulatorios intervienen en la liberación de ácidos grasos del tejido adiposo para la oxidación en la célula muscular. La lipólisis de tejido adiposo es heterogénea, ya que la mayor cantidad de ácidos grasos usados durante el ejercicio aeróbico es derivado del tejido adiposo subcutáneo abdominal. Existen investigaciones que tratan de explicar los factores involucrados en la liberación transporte y consumo de ácidos grasos en el músculo que está trabajando (Berger & Barnard, 1999; Horowitz et al, 1999; Horwitz, 2001; Horowitz, 2003; Mora-Rodriguez & Coyle, 2000).
La comprensión de estos pasos, que implican una serie de factores, es importante para clarificar qué tipo de ejercicios, cuánto, y cómo deben ser aplicados para la oxidación de ácidos grasos.
Aplicaciones Prácticas
A continuación se presentarán una serie de ejercicios respaldados por un sólido marco conceptual, que incluye los aportes de las investigaciones en el área de la Biología citados en párrafos que anteceden.
  1. Caminatas. Durante ejercicios de baja intensidad, 25% del VO2 máximo, la lipólisis del tejido adiposo (medida como la tasa de aparición de glicerol en la circulación - Ta glicerol) aumenta de 2 a 5 veces con respecto a los niveles de reposo (Mora-Rodriguez & Coyle, 2000).
  2. Caminatas, carreras de baja intensidad en ayuno. Durante ejercicio en estado de ayuno, el cual está acompañado por bajos niveles de insulina, la lipólisis total excede la oxidación de las grasas.
  3. Carreras de larga duración y baja intensidad. La tasa de reesterificación decrece, lo que produce una mayor cantidad de AG liberados para ser oxidados en el músculo esquelético; la tasa lipolítica aumenta considerablemente, se incrementa el flujo sanguíneo en tejido adiposo y muscular, mejora la sensibilidad del tejido adiposo a la epinefrina (Horowitz, 1999).
  4. Alternar carreras de baja intensidad y corta duración con carreras de larga duración y baja intensidad. Se observó que Ta de AGL y la concentración de AG plasmáticos aumentaron abruptamente cuando terminó el ejercicio a una intensidad del 85% del VO2 máximo. Este influjo de ácidos grasos libres en plasma luego de terminar el ejercicio, no estuvo asociado con una mayor lipólisis, reflejando la entrada en plasma de los ácidos grasos “atrapados” en el tejido adiposo durante el ejercicio, posiblemente debido a un inadecuado flujo sanguíneo en el tejido adiposo (Mora-Rodriguez & Coyle, 2000). Con ejercicios a baja intensidad se eleva la tasa lipolítica de todo el cuerpo, se incrementa el flujo sanguíneo en tejido adiposo y muscular, permitiendo la movilización y la oxidación de AGL del tejido adiposo (Horowitz, 1999).
REFERENCIAS
1. BERGER JJ and BARTNARD J. Effect of diet on fat cell size and hormona sensitive lipasa activityJournal of Applied Phys., vol 87. Issue 1. The Regul. of adipose tissue distri. in humans. Inter. Jou. Obesity Rel. Metab. Disorder. 20 (4): 291–302. 1999.
2. FRIEDLANDER, A et al. Effects of exercise intensity and training on lipid metabolism in young womenAJP Endocrinology and Metabolism, Vol 275, Issue 5: E 853- E 863. 1998.
3. HOROWITZ, JF et al. Lipolytic suppression following carbohydrate ingestion limits fat oxidation during exercise.AJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 273, Issue 4: E768-E775. 1997.
4. HOROWITZ, JF et al. Endurance exercise training does not alter lipolytic or adipose tissue blood flow sensitivity to epinephrineAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 277, Issue 2: E 325 -E 331. 1999.
5. HOROWITZ, JF and KLEIN, S. Whole body and abdominal lipolytic sensitivity to epi nephrine is suppressed in upper body obese womanAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 278, Issue 1:E 1144- E 1152. 2000.
6. HOROWITZ, JF. Regulation of lipid mobilization and oxidation during exercise in obesityExercise Sport Science Reviews, Vol. 29, Nº 1, pp 42- 46. 2001.
7. HOROWITZ, JF. Fatty acid mobilization from adipose tissue during exerciseTrends in Endocrinology and Metabolism, Vol. 14, Nº 8. 2003.
8. KIM, J.; YEON et al. Lipid oxidation is reduced in obese human skeletal muscleAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 279, Issue 5: E 1039- E 1044. 2000.
9. KELLEY, D. et al. Subdivisions of subcutaneous abdominal adipose tissue and insulin resistanceAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 278, Issue 5: E 941-E 948. 2000.
10. MITTENDORFER, B et al. Effect of gender on lipid kinetics during endurance exercise of moderate intensity in untrained subjectsAJP Endocrinology and Metabolism. Vol. 283: E 58-E 65. 2002.
11. MORA-RODRIGUEZ, R. and COYLE. Effects of plasma epinephrine on fat metabolism during exercise: interactions with exercise intensityAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 278, Issue 4: E669-E676. 2000.
12. PASMAN, WJ et al. The effect of exercise training on leptin levels in obese malesAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 274, Issue 2: E 28-E 286. 1998.
13. ROMIJN, JA et al. Substrate metabolism during different exercise intensities in endurance – trained women.AJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 88, Issue 5:1707-1714. 2000.
14. STEFFENSEN, Charlotte H et al. Myocellular triacylglycerol breakdown in females but not in males during exerciseAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 282, Issue 3: E634-E642. 2002.
15. TRUDEAU, F et al. Lack of antilipolytic effect of lactate in subcutaneous abdominal adipose tissue during exerciseJournal of Applied Physiology, Vol. 86, Issue 6: 1800- 1804. 1999.
16. THONG, F.S.L et al. Plasma leptin in moderately obese men: independent effects of weight loss and aerobic exerciseAJP Endocrinology and Metabolism, Vol. 279, Issue 2: E 307-E 313. 2000.
17. WAJCHENBERG, Bernardo. Subcutaneous and Visceral Adipose Tissue: Their Relation to the Metabolic SyndromeEndocrine Reviews 21 (6): 697-738. Copyright © 2000 by The Endocrine Society. 2000.
Para citar este artículo: Bulacio, Pablo. Efectos del Ejercicio sobre el Metabolismo de LípidosPubliCE Standard. 14/11/2005. Pid: 543.

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Nutricion y Deporte

Nutricion y Deporte


Una de las recomendaciones más frecuentes en medicina es llevar a cabo ejercicio físico de forma moderada debido a los efectos beneficiosos que éste tiene sobre el organismo.
La alimentación del deportista debe considerar las necesidades nutritivas individuales de material combustible y estructural, así como de elementos reguladores en función de la edad, el sexo y del tipo de actividad física desarrollada.
Complementos para una dieta deportiva
Entre los mitos más antiguos relacionados con la nutrición de los atletas, está el de la consustancialidad, según el cual se recomendaba la ingestión de grandes cantidades de alimentos ricos en proteínas con objeto de reponer la masa muscular, que supuestamente se consumía durante el ejercicio. Otro mito nutritivo es el consumo masivo de píldoras, polvos y pócimas ricos en vitaminas, para potenciar la eficacia en la obtención de energía por el organismo a partir de los alimentos.
Algunos errores comunes entre los deportistas son la baja ingestión de alimentos antes de una competición, con objeto de alcanzar un determinado peso, o un consumo excesivo de alimentos, para asegurar una mayor reserva de material combustible para el ejercicio. Otra equivocación frecuente es la ingestión de soluciones hiperosmóticas con electrólitos o azúcares que, en lugar de favorecer la rehidratación, conducen a una reducción de las reservas hídricas.
Alimentación previa al ejercicio
En deportes con predominio del trabajo aeróbico, la glucosa y el glucógeno son fundamentales para el metabolismo muscular cuando un ejercicio se desarrolla con una intensidad entre moderada y fuerte y se prolonga durante más de 75-90 minutos. Por eso es importante inculcar en el deportista la idea de que una dieta con menos carbohidratos de lo aconsejable puede ser el origen de una fatiga temprana; porque cuando se trata de un ejercicio de resistencia aeróbica, la fatiga generalmente aparece como consecuencia de un agotamiento del glucógeno muscular o una hipoglucemia.
Algunos días antes de una competición básicamente aeróbica, como un maratón o un triatlón, es conveniente que el deportista regule su dieta y entrenamiento en un intento de incrementar al máximo (“sobrecompensar”) las reservas de glucógeno. Un método práctico para conseguirlo consiste en poner en práctica un tapering, es decir, una modificación del entrenamiento, de tal modo que en los siete días previos a la competición se disminuye significativamente el volumen, de un modo progresivo, manteniendo una intensidad de entrenamiento elevada. Durante los días –7, -6, -5 y –4 se sigue una dieta baja en carbohidratos. Esto hará que el músculo esté parcialmente agotado en sus reservas de glucógeno y listo para sobrecompensar. Durante los tres días previos a la competición, la dieta tiene que ser rica en carbohidratos, principalmente en forma de carbohidratos complejos (legumbres, granos, frutas y vegetales) porque, comparándolos con los azúcares refinados, son más nutritivos desde un punto de vista de su contenido en vitaminas minerales y fibra, y porque, además, suelen tener niveles muy bajos de grasa.
No obstante, ingerir esta cantidad de alimentos puede acompañarse en algunas personas de síntomas gastrointestinales menores como sensación de plenitud y malestar. Por ello, estudios realizados por Lamb y Snyder 1(1991) aconsejan sustituir parte de estos carbohidratos complejos por bebidas ricas en maltodextrina, bajas en residuos y muy energéticas, como método tan efectivo como las dietas comúnmente usadas para “recargar” el músculo.
La comida precompetitiva, una comida rica en carbohidratos tomada en las horas previas a la competición, puede completar las reservas hepáticas y muscular de glucógeno. El hígado, encargo de mantener los niveles plasmáticos de glucosa, precisa de comidas frecuentes para conservar su pequeña reserva de glucógeno. Aquellos deportistas que siguen un ayuno en las 6-12 horas previas, y no consumen hidratos de carbono durante la competición tienen más posibilidades de desarrollar una hipoglucemia durante la misma.
Es preferible una comida que mezcle hidratos de carbono de rápida, intermedia y lenta asimilación. En la hora previa es muy recomendable que todo alimento sea en forma líquida.
Las recomendaciones hechas por diferentes comités de expertos en nutrición sobre las necesidades proteicas diarias de una persona se encuentran en un rango que oscilan entre los 0,8 y los 1,2 g/kg/d, pero no está resuelto si estas recomendaciones son suficientes para un deportista. Para Butterfield y Calloway2 (1984), estas cantidades son suficientes para personas que realizan una actividad física aeróbica de baja intensidad, como caminar; sin embargo, los deportistas que trabajan habitualmente con intensidades más elevadas, necesitan más proteínas en su alimentación.
En la mayoría de los casos se pueden obtener suficiente cantidad de proteínas a partir de la alimentación diaria. No obstante, en algunas circunstancias puede resultar ventajoso el uso de suplementos proteicos, sobre todo porque contienen muy poca grasa, purinas o colesterol.
Por un lado, el ejercicio de fuerza puede producir un efecto glucogenolítico considerable. Y se ha visto que una reducción importante en la concentración del glucógeno muscular se asocia con fatiga y disminución de la fuerza. También hay estudios que sugieren que la ingesta de carbohidratos inmediatamente antes y durante un ejercicio de estas características puede mejorar el rendimiento físico, puede acelerar la recuperación del glucógeno muscular después del ejercicio de fuerza y puede optimar la síntesis proteica y la hipertrofia muscular.
La mayoría de los dietistas deportivos sostienen que no es necesario suplementar la dieta con proteínas y/o aminoácidos, y que una dieta adecuada en calorías, que aporte un 15% de éstas en forma de proteínas, es suficiente para cubrir las necesidades del deportista.
1 Lamb DR, Zinder Ac. “Muscle glycogen loading with a liquid carbohydrate supplement”. Int J Sport Nutr 1991; 1:52-60
2 Butterfield GE y Calloway DH. “Physical activity improves protein utilization”. Brt J Nutr 1984; 51: 171-84.
Alimentación durante el ejercicio físico
Holloszy y Kohrt3 (1996) señalan que es posible cubrir largas distancias trabajando a una intensidad media elevada, sin agotar las reservas musculares de glucógeno, tomando un suplemento de hidratos de carbono de rápida asimilación, independientemente de si se toman de forma sólida o líquida. Durante los breves períodos de reposo, o durante los períodos en los que la intensidad de ejercicio desciende suficientemente, se puede producir una síntesis rápida de una cierta cantidad de glucógeno en las fibras musculares con una baja concentración de glucógeno y no activas en ese tipo de ejercicio.
3 Holloszy JO, Kohrt WM. "Regulation of carbohydrate and fat metabolism during and after exercise". Annu Rev Nutr 1996; 16: 121-38.

Alimentación posterior al ejercicio
La rápida recuperación de las reservas del glucógeno después de una sesión de entrenamiento o de una competición es fundamental si se quiere mantener un rendimiento óptimo en sucesivas sesiones de entrenamiento o en competiciones muy seguidas. Sin embargo, la velocidad con la que el músculo puede recuperar sus reservas de glucógeno va a estar estrechamente relacionada con tres factores dietéticos: el tiempo transcurrido entre la finalización del ejercicio físico y el comienzo en el consumo de carbohidratos, el tipo de carbohidrato elegido y la cantidad ingerida.
Algunos estudios recopilados por Friedman y cols.4 (1991) estiman que administrando un suplemento de hidratos cada dos horas, tomando la primera dosis en los 15 primeros minutos después de acabar el ejercicio, optimiza la tasa de resíntesis de glucógeno. Además, la ingesta de un suplemento que mezcle carbohidratos y proteínas se acompaña de una recuperación más rápida de las reservas de glucógeno porque se promueve unos niveles más elevados de insulina en plasma.
Por otro lado, Lamb y cols.5 (1990) aportan datos que apoyan la existencia de un límite en la ingesta de estos carbohidratos, con un rango que oscilaría entre los 500 y 600 g/d, por encima del cual no se observa un mayor almacenamiento de glucógeno o una mejora del rendimiento físico.
En definitiva, desde un punto de vista práctico, después de un ejercicio físico, ese deportista debería comenzar a beber inmediatamente entre 1,5 a 2 litros de agua en los que se han disuelto, por ejemplo, 50-70 gramos de glucosa o maltodextrina/litro. Entre 1,5 y 2 horas después, debería tomar una comida que contenga, por ejemplo una ensalada fría a la que se añade arroz, o patata cocida, o guisantes. Además, un plato que combine carne y arroz o puré de patata. También es aconsejable incluir alimentos como yogur de frutas, arroz con leche, banana, zumos de frutas, uvas pasas; y la bebida energética con la concentración de carbohidratos ya descrita, que habrá que seguir consumiendo durante las horas posteriores hasta completar un total de 500 a 600 gramos de carbohidratos.
No obstante, Coyle6 (1992) señala que cuando por diversas razones una persona no puede comer y/o beber carbohidratos frecuentemente (cada dos horas), la última comida debería aportar la cantidad de hidratos de carbono equivalente al período de tiempo que va a estar sin alimentarse. Costill y cols.7 (1981) encuentran que la síntesis de glucógeno es similar cuando se toman dos comidas abundantes en comparación con siete comidas más pequeñas. Sin embargo, si una persona decide comer sólo dos veces al día, tiene que ser consciente de que cada una de ellas va a contener una gran cantidad de alimento si se ingieren sólo alimentos como legumbres, patata, arroz, pasta, cereales, etc. Por lo tanto, en este caso se hace necesario soluciones bebidas con concentrados de carbohidratos.
4 Friedman JE, Neufer PD, Dohm GL. “Regulation of glycogen resynthesis following exercise“. Sports Med 1991; 11: 232-43.
5 Lamb DR, Rinehardt KF, Bartels RL, Sherman WM, Snook JT. "Dietary carbohydrate and intensity of interval swimming training". Am J Clin Nutr 1990; 52: 1.058-63.
6 Coyle EF. “Timing and meted of increased carbohydrate intake to COPE with heavy training, competition and recovery”. En: Williams C, Devlin JT; editors. Foods, nutrition and sports performance. Londres: E & FN Spon; 1992. p. 35-63.
7 Costill DL, Sherman WM, Fink WJ, Maresh C, Witten M, Miller JM. "The role of dietary carbohydrates in muscle glycogen synthesis after strenuous running". Am J Clin Nutr 1981; 34: 1.831-36.
Resumen
La alimentación diaria influye de forma muy significativa en el rendimiento físico de un deportista. Es necesario una adecuada distribución de los nutrientes energéticos: proteínas (10-15%), lípidos (30-35%) e hidratos de carbono (50-60%), así como la presencia de vitaminas y minerales para cubrir las necesidades específicas del deportista.
Como conclusión, una dieta variada y equilibrada, adecuada en términos de cantidad y calidad antes, durante y después del entrenamiento y la competición es imprescindible para optimizar este rendimiento físico.
Fuentes:
Ibáñez Santos, Javier; Aramendi Aramendi; José F. (2001). “Alimentación y actividad física”. Guías alimentarias para la Población Española. Páginas: 373-378. SENC. Edición por Procter & Gamble y Novartis Farmacéutica S.A. Madrid. España.
Alfredo Martínez, J. (1998): “Fundamentos teóricos-prácticos de nutrición y dietética”. Ediciones Interamericana - McGraw-Hill. Capítulo 6. Nutrición humana: Nutrición y deporte. Páginas 79-82. Navarra. España.

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Menos deportes más hambre

Cuanto menos ejercicio, más hambre La creencia popular de que cuanta más energía se gasta más hambre se tiene puede dejar de tener vigencia. Según un estudio realizado por el departamento de Kinesiología de la Universidad de Massachusetts y de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Missouri, las personas que llevan una vida sedentaria no sólo queman menos calorías, sino que tienen más hambre que las que practican actividades moderadas como andar. Para llegar a esa conclusión, los investigadores, liderados por el Dr. Barry Brown, sometieron a seis personas jóvenes, delgadas y en buena forma física -dos mujeres y cuatro hombres- a tres situaciones distintas a lo largo de tres jornadas, después de suministrarles durante varios días una dieta equivalente en calorías al gasto físico realizado. En la primera de las situaciones, los voluntarios se mantuvieron físicamente activos -pero sin realizar ejercicio- durante 12 horas, en las que sólo se les permitió sentarse 10 minutos cada hora e ingirieron un número de calorías equivalente al desgaste energético. Las actividades realizadas incluyeron andar, ordenar papeles, recoger libros y doblar la colada. En la segunda, los jóvenes se mantuvieron inactivos durante 12 horas, hasta el punto de moverse sólo en silla de ruedas, y recibieron las mismas calorías que en el caso anterior, es decir más que las gastadas. La tercera situación consistió en mantenerse inactivo y consumir un número de calorías proporcional. A los voluntarios les fueron entregados cuestionarios sobre su apetito, en los que afirmaron tener más hambre, sentir un mayor deseo de comer y encontrarse menos saciados cuando estaban inactivos. Según el estudio, los resultados sugieren que la inactividad puede aumentar la percepción de hambre y disminuir la de saciedad. Aunque estos resultados aún son preliminares, indican que actividades de baja intensidad como caminar tienen un efecto reductor sobre el apetito

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La importancia de beber suficiene agua

La importancia de beber suficiene agua


¿Cuántas veces habéis oído o leído la recomendación de beber un mínimo de dos litros 1 de agua dia, por razones de salud? ¿0 que usar la sed para controlar vuestros hábitos de ingestión de fluidos no es adecuada para manteneros hidratados adecuadamente? ¿0 que las bebidas cafeinadas como las sodas y el café pueden producir deshidratación?
Probablemente demasiadas, teniendo en cuenta que las tres preguntas no contienen una respuesta tan definida.
Según los recientes descubrimientos de un panel de un instituto de medicina americano, ninguna de estas afirmaciones son verdaderamente ciertas. Lo que ellos concluyeron afirmando es que los hombres necesitan un promedio de tres litros y medio de agua diarios y las mujeres dos litros y medio. Pero eso no significa que tengamos que consumir toda esa cantidad de agua pura. La totalidad de fluidos ingeridos a diario se incluye en esa cantidad, englobando frutas, verduras, sodas, tés, cafés, leche, y otros alimentos. Los investigadores también sugieren que existe una extrema variabilidad en las necesidades de agua de cada individuo, que dependen del clima, nivel de actividad y cantidad de sudor expulsado. Cuando queremos poner las cosas en su sitio descubriremos que la mayoría de las personas lo harán bien si beben cuando sienten algo de sed.
Nosotros, en M&F recomendamos típicamente consumos mayores de agua (hasta 5 litros en algunas personas) por otras razones que la salud. El agua no contiene calorías pero nos hace sentirnos llenos. Eso significa que las personas que hacen dieta funcionarán mejor cuando beben agua. También está el efecto voluminizador de suplementos como la creatina que requieren un consumo extra de agua. Y por supuesto, el ejercicio intenso aumenta extraordinariamente nuestras necesidades de fluidos.
Por lo tanto, hay que beber más agua si nuestro objetivo es perder grasa o aumentar de tamaño muscular. De no ser así, bastará cc que dictamine el primer momento en que sintáis el acoso de la sed.

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